A buenas horas

Por lo menos a Juan Megino se le ha dedicado una Avenida bastante principal y no una callejuela de mala muerte

Undeporte repetitivo que se practica con los políticos eficientes es primero asediarlos con catapultas, arietes y bombas incendiarias, denigrarlos hasta la saciedad, emponzoñarlos y apartarlos y cuando ha pasado el tiempo y ya no molestan ni pueden molestar entonces les dedicamos una calle o una Avenida. Por lo menos a Juan Megino se le ha dedicado una Avenida bastante principal y no una callejuela de mala muerte. Me imagino a todos los entonces urdidores de todas las intrigas que lo acabaron apartando y que se reían con maldad sobrevenida (se piensa que va a sacar algún voto cuando hizo su propio partido oí decir cuando terminó consiguiendo la concejalía de urbanismo) sonriendo ahora para la foto. La foto. En realidad Juan Megino no cayó nunca bien a nadie ya que nunca dio el perfil de alcalde fotero que no molesta (sobre todo al partido), que no dice una palabra más alta que otra, que está en todos los eventos con su fotogenia bien peinada y que a fin de cuentas, no hace nada relevante para la ciudad. Además ejerce a tiempo completo de alcalde que no hace nada más que ser alcalde a jornada completa y que no puede soportar que además de no ser de aquí, no pare un minuto resolviendo todo lo resolvible y no deje de ejercer su profesión médica. Pero ya apartado de la política, hundido y bien hundido cuando tuvo que afrontar las obras de remodelación del Paseo con anécdota incluida sobre la no elección de mármol de Macael para conseguir que no fuese otra vez el Paseo sucio, resbaladizo y barriobajero de siempre, con las entrañables prostitutas de la Puerta Purchena y su chulo perenne. Eso era así, no estamos hablando de los años cincuenta sino de los noventa. Sí, los noventa. Y mientras la envidia reconcome y genera despidos por eficiencia tocapelotas, una mano negra asalta y destroza sedes de nuevos partidos y una urbe que salió a base de empujones de la boina provinciana bosteza calma e inauguración pomposa. Mis recuerdos son de un Megino interviniendo directamente en las obras y a la par de otros ya fuera de juego asintiendo al que decía que la alcaldía era la concejalía de los favores y no la que iba a venir a escuchar protestas de vecinos en mesas redondas. Presencia y representación más almeriense que eficacia y escasa figuración que no vende entre los paisanos. Qué coñazo, siempre consiguiendo cosas, mejorando la ciudad y encima pones granito de fuera.

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