En busca de solidarios

«Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿acaso no reímos? Si nos envenenan, ¿acaso no morimos? Fragmento de El mercader de Venecia de Shakespeare.

Habidacuenta de lo dicho, ya no me cabe duda de que las miserias del mundo solo son bellas en el plano literario o cinematográfico, y no en el real. Más allá de las páginas y los fotogramas, los infiernos de verdad -aunque se referencien- suelen ser evitados y hasta se omiten como si nunca hubieran existido. Hay una escena de La Lista de Schindler que nos viene a pedir de boca para el infierno que luego vamos a contar: un mando alemán, ante sus soldados, proclama la inexistencia de la historia judía en Alemania porque sí, sin más. Y declara que algunos siglos de historia serán silenciados desde ese instante. En el momento presente, en nuestro país, hay un infierno del que nadie se toma la molestia de hablar y al que ya han condenado al olvido. Los medios de comunicación no tienen ningún tipo de interés; la opinión pública no sabe realmente de que habla cuando se refiere a las víctimas de esta tragedia porque los confunden con otros profesionales y a causa de eso no superan el error del falso estereotipo o la confusión, eso es el prejuicio. Y al margen de eso la solidaridad púbica, privada, etc, no contempla en sus planes de acción la más mínima consideración sobre este sector de la sociedad. Estoy hablando del sector de la seguridad privada que está formado por un colectivo al que los clientes obligan a cometer irregularidades bajo pena de despido, mientras las empresas miran para otro lado. Es un grupo de personas al que la ley no ofrece defensa jurídica en sus actuaciones, acaso regulación. Además algunas administraciones públicas, con el dinero de todos, incurren en contrataciones "low cost" cayendo en el error del intrusismo profesional. La FTSP-USO Andalucía se solidariza y defiende a este colectivo; cree que los vigilantes de seguridad se merecen otra consideración y hace un llamamiento a la sociedad en general. Hace falta que los solidarios de este país, por una vez, abran el debate social sobre los abusos a este sector. Hay muchas víctimas que se silencian y de las que no se habla. La solidaridad debe llegar a este inframundo de forma urgente y dejar de ser populista. Tal como se alude a Shakespeare en La lista Schindler cuando un personaje lee un fragmento de El Mercader de Venecia, los vigilantes se sienten así: «Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿acaso no reímos? Si nos envenenan, ¿acaso no morimos?

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