La tapia del manicomio

Los cerros de Úbeda y el Mar de Alborán

El 'Clara Campoamor' no ha tenido que recoger a la tripulación del Príncipe Abdelaziz a once millas del Cabo de Gata

En vistas de que todo el mundo habla del gobierno (del que hay y del que está en ser), habíamos pensado desmarcarnos e irnos por los cerros de Úbeda para hablar de cualquier fútil chorrada. Pero antes de emprender semejante viaje, y dada la prudencia que nos caracteriza, nos metimos en la página de la AEMET a mirar cómo estaba el tiempo por aquellos andurriales.Y nos encontramos con que la temperatura para el sábado a mediodía (día y hora en la que solemos escribir esto) era de 41ºC, con viento del oeste de 20 nudos y consecuente aviso naranja. Un conjunto de datos que conforman un "delicioso" ambiente, bastante peor que el que estamos sobrellevando en Almería. Obviamente desistimos de ir a tomar unas cañas fresquitas en el bar "Calle Melancolía", dedicado a Joaquín Sabina, ya que no hace día de ponerse a hacer selfies a los monumentos de la plaza Vázquez de Molina. Fotos que nos hubieran venido bien para ilustrar una artística columna dedicada a glosar el Cántico Espiritual de san Juan de la Cruz, que para eso se fue a morir a la bella ciudad renacentista. O, ya que hablamos del Renacimiento, a repasar las grandes obras que dejó el genial arquitecto Andrés de Vandelvira en la ciudad de Muñoz Molina, otro ubetense ilustre que nos habría dado para un par de columnas. Solo nos queda la opción de irnos a la esquina del muelle a ver los barcos venir, recurrente "ocupación" de los almerienses. Y ahora tiene más aliciente, porque antes solo había un par de melilleros a la semana. (Melillero: voz almeriense para nombrar al único barco correo que hacía el trayecto a Melilla). Hoy día hay un puñado de barcos que, además de a Melilla, van a Nador y a Orán. Esta semana tenemos también el esplendente yate "Prince Abdelaziz", propiedad del príncipe de igual nombre y apellido bin Fahd Al Saud, de la casa real saudí, como su propio apellido indica. Nos podría ocupar unos cuantos folios especular sobre qué se le habrá perdido aquí a semejante magnate, para quedarse una semana en Almería, al menos el barco. Lo que sí es seguro y está comprobado es que no ha tenido que ir nuestro buque de salvamento marítimo, "Clara Campoamor", a recoger a la tripulación a siete u once millas del Cabo de Gata con mantas térmicas y termos de caldo caliente. Y es que hay moros y moros. Como siempre los ha habido.

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