De un tiempo a esta parte el Diario de Almería me ha dado la posibilidad de publicar un artículo semanal. Cuando Antonio Lao me pidió que pusiera nombre a la columna decidí que "con cierta distancia", es un título que se ajusta a mi nueva visión de la política. Al periódico y a su director les estoy muy agradecido por reservarme este espacio para compartir mis ideas, y pretendo seguir aquí mientras no se cansen de mí. Lo que nunca nadie me dijo es que esto de escribir una columna semanal era tan serio y requería tanta disciplina. Hasta hace algunos años yo sólo escribía discursos, ponencias de partido o proposiciones no de ley. Pero todos esos textos tenían el paraguas del partido o del grupo parlamentario al que pertenecía. La perspectiva cambia en cuanto lo que escribes tiene como único firmante y avalista al que pone su firma al final del texto. En la columna las ideas expresadas son tuyas y sólo tuyas y los juicios, sean acertados o erróneos, tienen al que los suscribe como único responsable.

Una columna semanal no es mucho, pero requiere tener la disciplina de ir pensando con cierto margen de tiempo sobre qué se va a escribir y cuál va a ser el enfoque. Para los columnistas profesionales, avezados y con oficio eso es fácil, para un simple amateur como yo, la cosa se va complicando semana tras semanas, porque la actualidad no cambia tanto y los temas se van agotando. Ahora que escribo columnas valoro aún más el trabajo de los columnistas profesionales y su capacidad de síntesis y de análisis. Y no digamos cuando además de demostrar profesionalidad, la columna se convierte en un arte que proporciona deleite al lector. La lectura de los Umbral, Gistau o de nuestro Juanma Gil producen auténtico placer, por el ingenio, brillantez e inteligencia que demuestran. Infinitamente lejos de ellos, los amateurs debemos esforzarnos por ofrecer cada semana artículos dignos e interesantes. También tenemos la obligación de cuidar cómo escribimos, para no cometer errores como el que deslice en mi columna de la semana pasada, al confundir el "solaz", sinónimo de descanso, por el "de soslayo". Pido disculpas y sobre todo hago propósito de enmienda, porque el privilegio de escribir en el Diario y que me puedan leer muchos almerienses así lo merece.

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