Más despoblación en el horizonte

Si se cercenan los pocos medios existentes para generar riqueza seguirá yéndose la gente

Seguimos en la incertidumbre. Me refiero al problema que se plantea a los pequeños y medianos agricultores con el destino de los restos de poda y otros desechos de cultivo. Ya traté el tema en otro momento y ahora que se acercan las fechas clave creo razonable insistir. Vaya por delante que es mejor no quemar ramas que quemarlas. Pero vaya también por delante aquel principio que dice que "lo mejor es enemigo de lo bueno". No está de más recordar algunas consecuencias de mantener la prohibición a capa y espada. Es triste que la redacción del artículo de marras no ofrezca una alternativa razonable. Decir que hay que enviar los restos de poda para reciclado no es suficiente por varias razones: por el incremento de gastos, y porque se carece de la infraestructura adecuada, entre otras cosas el lugar al que habría que llevar esos restos y de los medios para remitirlos. Hay otras soluciones, como triturar esos restos en la misma explotación pero eso exige una inversión para la que casi ninguno está preparado ni dispone de los medios necesarios, inversión imposible de recuperar al precio que están las cosas. Hay que pensar, entonces, en otras soluciones. Ya dije que enterrarlos no es viable, por el tamaño y la dispersión de las parcelas. Se me ocurren varias salidas, pero no me gusta ninguna. Una será limitarse a amontonar las ramas debajo de los ribazos. Serán montones de ramas secas que se irán acumulando año tras año. El peligro que se deriva de esos montones de rama secas es evidente: pura yesca para futuros incendios. Claro que si se trata de ramas de olivo, además del peligro de incendio encontramos el de las plagas. Y hay otra consecuencia peor todavía: el abandono de los cultivos por ser absolutamente antieconómicos. No sería de extrañar que fuera el germen de una despoblación más acentuada aún, despoblación contra la que, aparentemente al menos, luchan las administraciones de todo nivel. Esto es una evidente contradicción. La lucha contra la despoblación exige tomar muchas decisiones que faciliten la vida de los que viven en estas pequeñas poblaciones. Algunas se están tomando, pero no son suficientes: si se cercenan los pocos medios existentes para generar riqueza, para ganarse la vida, que son casi exclusivamente agrícolas, entonces seguirá yéndose la gente. Por favor, señores de la administración: si a la hora de publicar este escrito aún no han autorizado la quema, reconsideren esa decisión.

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