Balerma está en un ¡ay! con los vaivenes de su playa. No terminan de rellenarla de arena cuando llega la "ponientá" y se la lleva. El otro día si por poco se lleva también la excavadora que estaba echando arena. Y es que el poniente no perdona en esta costa, que nos lo digan a los almerienses de la capital, sobre todo si tenemos ya unas cuantas décadas en el lomo. Hagamos un poco de historia. Durante los años cincuenta disponíamos de una central eléctrica (termoeléctrica diríamos ahora) perteneciente a la Hidroeléctrica del Chorro, cuya agua caliente de la refrigeración desaguaba en la playa de San Miguel, lo que dio lugar a una curiosa estación termal conocida como "el agua caliente". Mucha gente, con absoluta mayoría de señoras mayores, acudía a tomar las aguas que eran "buenas para la reuma". Pero en 1958 se cerró esa "fábrica de la luz" porque se inauguró la central térmica del Zapillo, La Térmica por antonomasia. Estaba al final de la playa del mismo nombre; mucha gente la recordará porque la tiraron hace cuatro días. Pero lo relevante para lo que estamos contando es que se construyó un enorme espigón para llevar la toma y el desagüe de las aguas de refrigeración lejos de la playa. Queda de testigo el espigón. Y allí fue ella, porque a partir de entonces todas las playas entre el tal espigón y la rambla empezaron a despoblarse de arena, hasta el punto de que diez años después, cada vez que soplaba poniente las olas llegaban a los cimientos de las edificaciones en primera línea de las playas de San Miguel, Las Conchas, Villa García, Zapillo, etcétera. Ello forzó a que algo después se acometiera la construcción de ocho o diez espigones para sujetar la arena que trae el levante y que no podía llegar por el enorme obstáculo que suponía el espigón de la Térmica. Y efectivamente, las playas citadas engordaron una enormidad. Pero las de Costacabana y adyacentes se quedaron a la altura de las salidas del alcantarillado. Y esto ¿no lo pudieron prever los ingenieros del ramo?

En el caso de Balerma parece ser que el problema empezó cuando construyeron un espigón para proteger la cercana playa de Balanegra. ¿A que suena muy parecido a lo que acabamos de resumir de las playas capitalinas? Como no somos técnicos en la materia (ni en ninguna otra) no sabemos cuál puede ser la solución más adecuada para Balerma. Pero no vayamos a que ocurra como en la capital, donde se desnudó a un santo para vestir a otro y al final siempre queda alguno en cueros.

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