Las palmeras bailaban lo justo, señal que el viento no estaba invitado al evento, pero aun así la rebeca no estorbaba. Por tales fechas y estando tan cerca del mar, una manga ligera evitaba la rabia esa que da cuando estás a gusto pero el frío te hace no terminar de disfrutar del momento. Aquél era perfecto. Las burbujas del cava se reflejaban también en la estampa. En esa estábamos todas. Por agenda, por distancia, por cada una con sus “cadaunadas” es complicado que estemos en pleno en la foto, pero septiembre tiene la magia de convertir el calendario escolar en un mes especial; tiende a generar la vis atractiva de no encontrar excusas o verdades que impidan reflejar en la imagen del recuerdo las caras de cada una de ellas. Felices, como si detrás de ese papel no hubiera dramas, solo comedias entretenidas. Cuando se van haciendo maletas para volver a la rutina, ella nos congrega. Da igual el sitio, lo importante es la compañía. Male es de esas personas que habla poco pero hace mucho. Todo. Es uno de mis pilares. Suele coincidir con la noche en la que Mj sopla las velas por sus eternos 33, los mismos que cumple hace once. Para mí cada vez más radiante, más pura. Es mi hermana no de sangre, la que me regaña, la que sabe que el que digo que me encanta lo es para una semana si llega a cumplir el ciclo, la que mueve la cabeza para darme la razón como los tontos a sabiendas que es todo lo contrario, mi sostén. Luchi, me ameniza cada mañana en su trayecto al trabajo, es la que me hace vivir el presente y tener los pies en la tierra, es mi bonita del alma. Nata, mi Nata, soy su Silvi, por la que volvería a tragarme 27 horas de avión solo para darle un beso. Eva, nos ama a todas subida en sus plataformas de firma más altas que un andamio, y yo no puedo quererla más. Anita, siempre coherente, leal y fiel, no puede ser más buena. Lidia Mari es la más bohemia, con la que literalmente me hago pis encima hasta dolernos los carrillos de tanta carcajada, maravillosa. Tener amigos dicen que es como poseer un tesoro, y yo, debo ser rica. Tengo a las mejores. La familia te viene impuesta, nadie elige nacer donde nace, pero sí elige tener los amigos que tiene. Es la familia que uno escoge. No podría describirlas porque las limitaría y simplemente son infinitas. Con más años que Rafaella y desgastado el repertorio de “Siempre así”, continuamos riéndonos juntas, sacando el clínex cuando después de dos copas nos da por el recuerdo o discutiendo por algo que no viene a cuento y al segundo no sabemos ni por qué estábamos peleando. Todas tan diferentes y tan complementarias. Todas son y siempre están. El sonido pausado del tenue oleaje al romper con la roca parecía un instrumento más que acompañaba al saxo y al bajo que acondicionaban el ambiente. Juntas somos equipo. En estos 365 días no he dejado de llorar ni uno solo. Algunos he empalmado el anterior con el siguiente, he perdido la noción del tiempo y no sabía si estaba desayunando o era la cena de la noche anterior clareando al amanecer. Esa noche me sincronicé con mis sueños y lloré, pero de alegría y mirando al cielo, abrazada a ellas, daba las gracias por darme el privilegio de tenerlas en mi vida.

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