Poco le queda ya al mes de agosto cuyo final es para muchos, yo incluido, el final mental del verano. Con su final aumenta la expectación que hemos adormecido entre chiringuitos y feria, y noticias sobre ocupación turística y tapas y vermut. ¿Las señales de desaceleración irán a más y dejarán de ser señales para ser hechos? En fin, preguntas edificantes de este tipo que, si las formulas en voz alta, consigues que no te inviten a más fiestas.

Sea lo que sea, bueno sería plantearse alguna de esas cuestiones que hemos aparcado en estos seis años de fiesta del empleo. Su ritmo de creación se enfría, vale, en eso coinciden todos los analistas. ¿Están todos los parados en buenas condiciones para afrontarlo? Estos días las noticias del mercado laboral -en algo habrá que entretener la espera hasta saber si hay Gobierno- dicen que, según un estudio de Fedea, la mitad de los parados en nueve autonomías son de larga duración. En Almería ya lo sabíamos, porque hemos visto su evolución (aquí lo hemos comentado durante años) desde representar apenas al 10% de todos los parados hasta justo eso, la mitad. Y la mitad de la mitad con más de dos años sin trabajo.

El tema se agrava con la edad. Es un dato conocido, pero no por ello menos llamativo que de los 23 millones de personas que forman la población activa en España (los que trabajan o buscan empleo) 4 millones superan los 55 años. En 2002 eran 1,8 millones de un total de diecinueve. En Almería, la evolución también es espectacular. La población activa aumenta en ese mismo periodo de tiempo un 23%, pero los activos mayores de 55 años se duplican. Hablamos de 54.000 personas, lo que revela el enorme proceso de envejecimiento en el que nuestro país (lógicamente también nuestra provincia) y en consecuencia nuestro mercado laboral, está inmerso.

No todas esos activos están trabajando. Una parte es desempleada y es, precisamente entre los mayores, no ya de 55 años, sino de 50, es donde se concentra la mitad de parados que llevan más de un año sin empleo. En Almería podríamos estar hablando de 25.000 personas.

Bien está que se haya reformado y mejorado el subsidio para mayores. Pero la solución no puede ser subsidiar a personas durante un mínimo de 15 o 20 años seguidos. Hasta la jubilación. La solución que se apunta, a veces precipitadamente, es más formación. Por mucha formación adecuada que se les ofrezca, su edad sigue siendo un freno para la contratación. Es en este caso (y solo en este) cuando, creo yo, está justificado bonificar la contratación para hacerlos más atractivos a las empresas.