En lo que a salud se refiere la provincia de Almería presentaba, allá por el siglo XIX y principios del XX, una de las peores cifras del conjunto nacional. La mortalidad infantil era brutal, la mayor parte de los niños que nacían en nuestra tierra no llegaban a adultos. Y quienes lo conseguían tenían que enfrentarse a enfermedades que, por comunes, no resultaban menos graves; fiebres tifoideas, tuberculosis y tracoma eran moneda corriente en la época. Siete de cada diez "pobres de solemnidad" eran mujeres enviudadas prematuramente al cuidado de una prole desnutrida. Parece lógico que, en un contexto modernizador como el que se comenzaba a respirar, la sanidad pasase de manos de la Iglesia a las instituciones públicas. A partir del año 1881 tanto la Diputación como los ayuntamientos comenzaron a tejer una red de salud. Se favorecieron, asimismo, las conocidas como "socorros mutuos". Eran estas asociaciones gremiales mutualistas donde los trabajadores y sus familias podían gozar de cierta cobertura sanitaria. Un ejemplo que aún queda en pie es la llamada Casa de Socorro. Inaugurada en 1901 mantuvo una plantilla fija que atendía a numerosos colectivos de trabajadores de la capital. Este centro tuvo un gemelo en la zona del barrio de Chamberí (a los pies de la Alcazaba) con el nombre de Consultorio Médico Quirúrgico de "la Obrera". En este consultorio pasó largos días D. José Litrán, uno de los médicos más queridos de nuestra ciudad, por la gran labor social y desinteresada que realizó a lo largo de su vida.

De vital importancia resultó también el Laboratorio Municipal, creado a principios del s. XX y sito en la Plaza Marín. Este centro cumplió un importante papel preventivo en el control de las epidemias.

Mención aparte merece el Hospital Provincial. Fue mandado construir por los Reyes Católicos con el nombre de Hospital Real de la Magdalena. En 1861 su gestión pasó del Obispado a depender de la Diputación. Si bien las religiosas se siguieron encargando del cuidado de los enfermos hasta 1979 la dirección civil propició un aumento de camas progresivo en paralelo a un crecimiento de la plantilla de sanitarios.

Hoy, a pesar de algunos, hemos alcanzado un nivel envidiable en nuestra asistencia sanitaria. No es baladí recordar cuáles fueron nuestros comienzos y mostrar respeto y reconocimiento a los predecesores que hicieron posible los privilegios que hoy disfrutamos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios