Paseo Abajo

Juan Torrijos

Al obispo lo que es del obispo

La fiesta de San Isidro en la barriada de Huércal-Overa se convirtió en un encuentro de paz

Me he permitido criticar al obispo de Almería, Antonio Gómez Cantero, cuando he creído que estaba actuando en contra de algún grupo de fieles católicos. No me he callado cuando Adolfo González Montes, el llamado obispo emérito, ha contado una versión sobre su paso por Almería que no consideraba acertada en toda su exposición.

La cuestión de Topares y el local parroquial, de todos conocida, los vecinos de la Barriada de San Isidro en Huércal Overa y su lucha por una parroquia que habían perdido, han sido algunas de las cuestiones que nos han acercado a la situación de la Iglesia en nuestra provincia. Otras se me escapan hoy entre las teclas, aunque si hace falta volveremos a ellas. Si en aquellos momentos hicimos un llamamiento ante la situación que se estaba viviendo entre feligreses y obispado, hoy podemos contarle que la pasada fiesta de San Isidro en ese barrio de Huércal-Overa, se ha vivido con entusiasmo y esperanza por parte de todos los católicos. Y eso es lo importante, entre todos los universales vecinos.

Fue una sorpresa, me comenta algún vecino, la aparición en ese día del obispo de la diócesis a compartir con nosotros la fiesta del Santo, fue emocionante ver como la parroquia se convertía en la casa de todos, tanto católicos, como greco católicos ucranianos. Si el acto religioso estuvo lleno de emoción, y alguna lágrima, me cuentan, la procesión de San Isidro por las calles del barrio llenó las aceras de colores y de alegría por parte de los vecinos. Los momentos vividos hace algunos años, parecen tiempos pasados. Aquellos enfrentamientos entre las dos comunidades parecen olvidados, y la presencia del obispo junto a las dos comunidades así lo indica. Destacar las cosas positivas que se hacen por el bien de una comunidad nos parece positivo y creemos que es necesario el contarlo. Si un día criticamos lo que estaba ocurriendo en aquella parroquia, en la que se estaba cometiendo una injusticia con una parte de los feligreses, ahora nos toca decirles a ustedes, lectores, que el obispo, Antonio Gómez Montero, ha logrado algo por la que tenemos que luchar todos, la paz y la convivencia de la gente.

Cierto es que en estos momentos que vivimos, y ante el ejemplo que nos están dando los padres de la patria, esos que argumenta que los ciudadanos son su única preocupación, la crispación forma parte de nuestra vida diaria. No era lógica que esa situación se estuviera dando entre dos comunidades católicas (con las diferencias que entre ellas se puedan dar), en un barrio de un pueblo de Almería y en una parroquia que debe ser lugar de perdón y de paz.

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