Una vez visto el revuelo que se ha montado por el reciente Real Decreto de enseñanzas de Secundaria y Bachillerato, patente en las redes sociales, los pasillos de los centros, artículos de prensa, etc., la conclusión a la que llego es que "solo sé que no sé nada". Debo confesarlo: aún no lo he leído. ¿Usted lo ha hecho? Esta sería la primera pregunta a hacernos. Pero confesaré algo más, en un alarde de sinceridad desmedida: no pienso leerlo, hasta que no se concrete en Andalucía.

Hay quien dice que esta normativa es un ataque frontal a las humanidades, principalmente a las materias de historia y filosofía. Que ahora no se enseñarán las épocas históricas, que ahora la filosofía tiene mucho menos peso, que desaparece la educación para la ciudadanía, que van a destrozar las humanidades (más aún)… Otros dicen que en realidad tenemos muchas más horas de filosofía que otros países, que en realidad sale reforzada al ponerla obligatoria en los dos cursos de Bachillerato, que puede no desaparecer de la ESO si las Comunidades Autónomas quieren, que lo de ciudadanía es un mero cambio de nombre, que la perspectiva de la historia ahora es mucho más actualizada y se trabajarán mucho más los tiempos actuales y recientes…

¿Qué versión nos creemos? ¿nos hemos leído el Real Decreto? ¿serviría de mucho leérselo hasta que no veamos la concreción de Andalucía? Seguramente no y seguramente el problema de base es otro: nos da igual la verdad. Nos importa solo aquello que coincide con nuestros esquemas previos de pensamiento. Para algunas personas, la ciudadanía era adoctrinamiento (en derechos humanos y democracia) y había que eliminarla. Perder la perspectiva del «gran imperio» que conquistó América parece ser el apocalipsis para otros, en favor de una perspectiva «progre» que pretende llegar a los problemas actuales. Unos, otros y los de más allá se llevan las manos a la cabeza, por distintas razones.

Que las humanidades llevan muchos años siendo denostadas, privándolas de protagonismo en cada reforma, es una obviedad. En una sociedad tecnocrática y neoliberal, el pensamiento crítico es una molestia. Pero también está claro que cada cual arrima el ascua a su sardina, que nadie sabe lo que es cierto y lo que no. También sabemos que mientras no cambie la perspectiva del profesorado, nada cambiará. Mismos perros con distintos collares. Si todo es verdad… entonces todo es mentira.

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