Se jubila de su función jurisdiccional un magistrado que bien merece, por su talante vocacional y sensibilidad jurídica, dejar inscrito su recuerdo en la no muy pródiga vitrina de jueces ejemplares. Modestamente intentaré que quede también impreso algo de su talento en la hemeroteca local. Hablo de D. Silvestre Martínez, un urbanista acreditado que estos días recibió un sencillo pero cálido homenaje de sus colegas en el Tribunal Superior de Justicia de Granada, donde lleva varios años impartiendo justicia. Autor de variadas publicaciones sobre urbanismo accedió, ya fogueado en el coso del tráfico inmobiliario, a la carrera judicial de la que se jubila tras más de 25 años dictando sentencias matrices en materia contenciosa que solo por su carácter discreto y poco dado a la proyección pública, no atrajo la atención popular, a pesar de que su autoridad en el orbe administrativo rezume merecido prestigio en una sede de especial exigencia técnica y trascendencia económica, donde se dilucida tanta controversia sobre la filosofía política y futuro humano de nuestras urbes. Una tarea imposible de solventar con dignidad, careciendo de una honda convicción racional y moral sobre el sentido de la ley como partitura precisa para que una sociedad suene y subsista en paz. Que además de derecho, exige una visión práctica y humanista que, en el caso de Silvestre, se nutrió a golpe de redactar planeamiento urbano, entre ellos el PGOU de Almería junto a G. Roger, allá por los años 90, que proyectó la modernidad del municipio almeriense. Ahora, por imperativo sociológico más que biológico entra en el sosiego de una jubilación profesional que hoy es un tiempo de oportunidades, porque la sabiduría acumulada nunca se jubila y le permitirá disfrutar por décadas del etéreo secreto del bienestar. Y recrearse a placer sobre el pasado, como es propio de quienes lo vivieron con intensa probidad. Y celebrar la nueva etapa como una conquista histórica: ninguno de sus antepasados llegó a su edad, con tanto futuro por delante. Y disponer de más tiempo para degustar del júbilo de invertir más tiempo en sus recreos. Eso le auguro y le deseo. Y si fuera verdad, como creo, que el prestigio de toda institución solo lo salva la integridad de sus miembros, son magistrados como Silvestre Martínez, los que salvaguardan la ejemplaridad social de la Justicia en estos tiempos tan inhóspitos. Que sea enhorabuena, amigo.

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