Desde que salió la noticia de que Messi no sigue en el Barça, la prensa deportiva y buena parte de la general ha soltado los cocodrilos. De no ser porque los Juegos Olímpicos ocupan todavía algún espacio/tiempo (recuérdese la ley de la Relatividad) los medios de comunicación le han prestado más atención que a la quinta ola de la Covid19. Hay un aspecto de la cuestión en el que están todos de acuerdo: esto es la ruina del Barcelona FC, de Cataluña, de la Liga y, por ende, de España entera.

Lo que no ha conseguido el virus de Wuhan lo va a lograr en mucho menos tiempo un bicho algo más grande que el susodicho virus: "La Pulga", o sea don Leonel Messi para los que no estén al tanto de los apodos futboleros. En lo que no hay forma de que se pongan de acuerdo los exégetas, tertulianos, apologistas, escoliastas y expertos en fútbol, es en quién tiene la culpa de semejante desastre. Muchos se van al pasado inmediato y culpan de todos los males y desgracias del "mès que un club" al anterior presidente, que se dedicó a fichar a troche y moche sin pararse en gastos y que, para saltarse las limitaciones legales, falsificó todo lo falsificable. No se puede decir que a esta explicación le falte lógica. Pero las culpas están más repartidas, según el actual mandamás culé, Joan Laporta, que dice que al menos tiene tanta culpa o más La Liga y su baranda Tébar. En esto coincide con su cordial enemigo Florentino quien -aunque no le importan los problemas del Barça (más bien se alegrará)- está que trina por la posible venta de derechos de La Liga al fondo de inversión CVC.

Sin embargo, nadie ha caído en la cuenta del verdadero culpable de esta hecatombe: España. La salida de Messi de can Barça es un clavo más en el ataúd del "procés". Un paso más en la larga lista de latrocinios que se resumen en el famoso eslogan "Espanya ens roba". No contentos con llevarse los impuestos ahora se llevan a Messi (el colmo sería que acabara en el Madrid). Los independentistas dicen que pagan más impuestos que el resto de españoles y reciben mucho menos en forma de gasto público.

Es una trola, pero ha colado, a la vista de los resultados electorales. Es una trola, repetimos, porque en España se paga aproximadamente según la renta que uno tiene y se recibe según las necesidades, también aproximadamente. Que se sepa, las hectáreas no tienen derecho a redistribución, sino las personas. Pero los eslóganes tienen más fuerza que las razones y las cifras.

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