Utopías posibles

Contra el viento y la marea reaccionaria

En un centro educativo cualquiera colgaron un montón de carteles sobre un concurso fotográfico para la celebración del día de la mujer. El propio cartel contenía la imagen ganadora del curso pasado. Pues bien, un buen número de alumnos (casualmente, todos chicos) fueron destrozando carteles por todas partes, diciendo que los quitaban “por ser feministas”. Una profesora comentó el hecho al claustro para intentar tomar medidas.

En un aula cualquiera hubo un intenso debate a partir de que una profesora dijera que hay que actuar contra la violencia de género. Varios chicos, con el apoyo de una chica, decían que eso no existe, que hay muchas denuncias falsas, planteando qué ocurriría si es un hombre el agredido… En definitiva, el argumentario habitual del fascismo. Siempre he sostenido y sostendré que es muy positivo que todo esto salga en las aulas, ya que permite que podamos contraargumentar, rebatir, dialogar, intentar hacer razonar… Si se lo callan, la intervención educativa es imposible. En este caso, lo peor no son las afirmaciones en sí, sino la manera en que gritaron, insultaron y se mofaron de compañeros y compañeras que pensaban lo contrario.

En una reunión comentaba una profesora (de nuevo, mujer) cómo tenemos cierto alumnado en Secundaria que sigue a ciertos Youtubers que hacen auténticas campañas de desprestigio contra el feminismo, la igualdad… y alguno de ellos incluso ha sido condenado por violencia de género.

Mientras tanto, en otro lugar hay un aula donde un alumno se echa a llorar desconsoladamente. Es homosexual, y lleva soportando desde la Primaria que en grupo, individualmente, en clase, en los pasillos, en el recreo, en redes sociales, en la calle… le hagan todo tipo de comentarios desagradables. Ahora tiene 16 años y ha normalizado todo eso. Una profesora (de nuevo, mujer) ha conseguido romper la coraza y mostrarle su apoyo incondicional, además de que vamos a actuar siempre contra quien le haga sentir mal.

Todos los ejemplos anteriores son reales. En muchos sitios hay docentes que se dejan el pellejo y media vida luchando contra el viento y marea reaccionaria que nos rodea. Personas que no miran hacia otro lado, no piensan “no es mi problema” y son plenamente conscientes de que hay cosas mucho más importantes que los contenidos. Otro día hablamos de por qué “casualmente” en los ejemplos son profesoras (mujeres) las que actúan.

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