Contra el viento

Nada que cuestionar el real panegírico del Jefe del Estado por su equilibrio y armonía

Sí, todo ha sucedido en noviembre. Un mes triste y cruel como una hiena. El mes de los muertos y de los crepúsculos desconsolados, el mes en que la mitad de la tierra se dirige vencida hacia su ocaso, abrumada por el temblor y la incertidumbre. El jueves se inauguró la XII Legislatura de las Cortes Generales democráticas desde 1978 con la presencia y discurso institucional del Jefe del Estado incardinado en la histórica y dinástica Monarquía parlamentaria, cuya soberanía reside en el pueblo español.

No valoro quienes no estuvieron presentes en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo, quienes estuvieron y no se levantaron por cortesía y respeto a quien es "primus interpares", quienes se levantaron y no aplaudieron, quien portaba una bandera de la II República, quien llevaba una camiseta de "marca" con una alusión innecesaria en ese momento tan peculiar para la continuidad inquebrantable del sistema democrático; quienes, incluso aplaudieron y tampoco lo sentían, o lo hicieron con más o menos intensidad o lo hacían por imperativo legal, o quienes no quisieron portar la medalla corporativa de las Cámaras Baja y Alta, en fin, un "totum revolutum".

Nada que cuestionar del real panegírico del Jefe del Estado por su equilibrio y armonía, esté o no refrendado por la Presidenta de las Cortes Generales o a instancias del Ejecutivo; no tan de acuerdo con la actuación de quien debe de hacer cumplir la legalidad reglamentaria de ambas Cámaras reunidas en dicha solemnidad, permitiendo determinadas actos sin reprobación alguna, y menos aún, con quien asume la portavocía del mayoritario grupo, indicando "laissez faire, laissez passer". De lo demás "je ne commente pas".

Contradiciendo el versátil protocolo, solo debería de haber estado en el estrado presidencial el Jefe del Estado, y cuando sea mayor de edad, quien le sustituirá por precepto constitucional, pero no de dos jóvenes de corta edad, cuya obligación para con el Estado es estar en clase en su respectivo centro académico como el resto de sus compañeros y compañeras, y por otro lado, en un lugar privilegiado la consorte del Jefe del Estado y demás miembros a la sucesión dinástica, pero no desde el mismo lugar de preeminencia de quien representa la unidad de las regiones de España. Demasiadas tribulaciones y turbulencias exógenas y endógenas contra el "espíritu de la Transición", que no auguran un futuro mediato nada halagüeño.

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