Arias

La preparación y puesta a punto del sonido y pruebas se hace delante del público

Alas 18:30 la plaza está totalmente vacía, una furgoneta de pianos Hinves trae un piano de media cola pero no sabe donde tiene que ponerlo ni nadie aparece. A las 19:30 vemos al coordinador, luego viene al bar donde estamos y se sienta en una mesa cercana a la nuestra con la troupe, Antonio Arias, Ángel Arias e Isa Daza. Luego se suma David Montañés y otros allegados. No puedo evitar oír como Antonio Arias y su hermano exponen teorías de como al final las máquinas crearan a los humanos o algo parecido, que los mapas no reflejan los sentimientos algo que arreglará la realidad aumentada. Más tarde le piden a mi pareja que les haga una foto a todos, antes el coordinador se ha ido a coordinar todo lo necesario para el evento. Como la troupe se levanta para encaminarse a la plaza, nosotros también nos levantamos y vamos por las calles antiguas. Ahora está todo montado, piano, cables, artefactos, mesas, ordenadores, pies de micro, flexo de leer normal y corriente incluido. La preparación y puesta a punto del sonido y pruebas se hace delante del público, que cuando llegamos era escaso pero en pocos minutos se hace numeroso. Grupos enteros de familias tradicionales, padres con nikis amarillos, señoras mayores con abanicos y escasa casi nula fauna rock venida de la capital que no han arropado esta vez al oscuro Arias y su puesta en escena de poemas de su hermano, fallecido y rememorado en forma de libro, que ponen en mesa de ventas. Hace hasta frío en las extrañas noches del fin del verano del levante de Almería, el sonido termina de probarse, la plaza termina de llenarse, el evento se presenta, el evento comienza. Suena un prólogo de sonido ruido interminable martilleado por una campana precisa comienzan a recitarse los versos y la campana real interrumpe en el momento exacto, la guitarra nerviosa rasga, el piano acompañante con el pianista que hace sonar el piano arañando directamente las cuerdas del interior confundiéndose con la noche y la grabación de fondo, las palabras, que escuchan impertérritos la audiencia a falta de festejos se les ha encaramado un mercenario del rock asfáltico de piel quemada en los tugurios, los esclavos de lo tardío, el superviviente, el que no quiso seguir el ritmo de una mayor fama, calienta las noches pausa para coger el sombrero, termina, las comadres hablan a la fresca en las calles nocturnas, los paisanos ajenos inflan los bares.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios