Chirbes y fin

Cacarean la vida de mentira, que si el contexto, que si la frase y a mi alrededor llegan y se van nuevos congéneres

En una terraza con moqueta verde que simula un cesped polimérico empiezo a leer cuaderno de piel que se ata con un hilo que envuelve dos botones, que forma parte de A ratos perdidos 5 (y 6), posiblemente última entrega de los Diarios de Rafael Chirbes, escritos como cuadernos, y en cuadernos, a los que se les ha puesto nombre, qué fácil, qué sencillo, qué forma más práctica de resumir la vida, como aquella película que jamás he vuelto a ver puesto que difícilmente u ocultamente se repone, la vida en un bloc. A mi alrededor cacarean la vida de mentira, que si el contexto, que si la frase, y a mí alrededor llegan y se van nuevos congéneres, mentes ilusionadas con el vivir ahora antes de caer en el vacío absoluto cuando se apaga el receptor de sensaciones, mientras Chirbes me dice que ya está completamente sólo, intentando terminar una novela, bebiendo por las tardes tres gin tonics y varios absentas (los gin tonic, sí, los absentas me suenan a cameo (que no camelo) de humo de malditismo. Salvo que tengas en casa (ahora se vende bastante pero antes no tanto) no era tan fácil beber o pedirse un absenta y menos en un bar. El coñac, la coñac, el anis, el sol y sombra, el whisky, la ginebra (incluso a palo seco), el ron, el vodka, incluso licores extraños, el sake, pero no me trago lo del absenta. El ajenjo, se decía más en España, dame pronto una copa de ajenjo, qué bello, qué verde (y ahora los literatos de boina provincial que rumien de donde he sacado esto). El loro parlanchin ilusionado con la vida antes de caer en el pozo de la soledad que viene después del vivir el momento chirría: Almería es una desconocida, tierra de cine, vete a ver como al paseo de la fama con las estrella de Max Von Sidow le cae la servilleta sucia de la mesa de terraza que ahora le pisa el estrellato, o vete a ver el despropósito de la casa del cine, floreadamente ocultado con un tupido velo de positivismo que redefino, teoría filosófica (y política) que sostiene que todo conocimiento genuino se limita a la interpretación positiva de cualquier fenómeno que me beneficie (chúpate esa, Comte y Antonio Guerrero). Y vuelvo a mi libro, dónde Chirbes inútilmente trata de defender a indefendibles, y razonar con irracionaes, que si Pombo, que si Vargas Llosa, nada más poderoso que la mentira para alimentar el pus de las berrugas de los silogistas. Me derrito en este inicio de octubre abrasador.

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