Metafóricamente hablando

Érase una vez el mundo al revés

La tarde amenazaba tormenta, negros nubarrones asomaban sobre las montañas que rodeaban la ciudad, y un sol primaveral jugaba al escondite con ellas antes de caer sobre la tierra asolándola con sus rayos abrasadores, como un preludio del verano que se avecinaba. Pensaba en el momento actual, en el que el mundo se había vuelto del revés o al menos, eso le parecía a ella. De repente la "tontiloca" que se pasó el bachillerato castigada cara a la pared, por chulesca y respondona, se había convertido en una persona admirada, el bravucón de la clase, al que solo se le acercaban los cobardes y pelotas, era objeto de culto, las tertulias "pseudoperiodísticas" copaban los ranking de audiencia en las televisiones, etc… y ella se encontraba desplazada en un mundo al que no pertenecía. Hilvanando recuerdos, le vino a la memoria la letra de aquella canción de Paco Ibáñez que hablaba de un mundo al revés, y sin darse cuenta comenzó a canturrearla entre dientes: "había una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos, y había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado…", en aquel entonces ella creía que el cantautor se refería a un mundo imaginario, sin embargo en la actualidad era plenamente consciente de que se trataba de una triste realidad. Afortunadamente, la naturaleza, ajena a las tribulaciones humanas, seguía el curso marcado por las estaciones, y lucía espléndida llenando de color y perfume los jardines de la ciudad, los árboles cubiertos de un tierno manto de verdes hojas, hacían de anfitriones a las miríadas de pájaros que se refugiaban entre sus ramas, llenando el ambiente con sus trinos alocados. Esos paseos en las horas del crepúsculo habían sido siempre sus favoritos, tenían una magia especial que la transportaban y la abstraían de la realidad, elevándola a otra esfera en la que nada de lo que pudiese suceder en la tierra la inquietaba, era como un bálsamo para su espíritu. Las calles se fueron quedando desiertas conforme el sol se inclinaba hacia su ocaso, y los trinos de los pájaros se escuchaban cada vez con mayor claridad, casi podía escuchar sus pasos sobre las aceras vacías. De regreso al hogar, no tardó en disiparse la nube de romanticismo que aún la envolvía, acomodándose en el mullido sofá de plumas que tanto le gustaba, cogió el libro que estaba leyendo, y abriéndolo por la página que había dejado señalada, pensó con tristeza que antes de la caída del imperio romano se produjo la de Atenas. La historia, de forma inexorable, se repite una y otra vez, incluso cuando se vive en un mundo al revés. Agotada por el cansancio del día, sin apenas darse cuenta se quedó dormida, la televisión encendida seguía emitiendo uno de los programas de mayor audiencia: lobitos buenos, brujas hermosas y príncipes malos, campaban en él por sus respetos, mientras ella soñaba con un mundo ideal.

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