Huyamos de las grietas

El odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio destruye. Y una cosa es la pasión y otra cosa el cultivo del odio

E país tiene que huir de las grietas"", oía el pueblo de Uruguay de su expresidente José Mújica el pasado día 20. Y lo oía porque allí, como aquí, como en tantas partes, sobrevuela un odio capaz de abrir grietas tan profundas como peligrosas. Y es que, tiempo antes de la Covid-19, la política ya estaba frente a otra pandemia: la del populismo cargado de odio. Odio para controlarnos y odio para convencernos; odio para llevarnos y odio para hacer que volvamos; odio para levantarnos y odio para aplacarnos; odio para hacernos pensar en blanco y negro y odio para hacer que nos veamos sin mirarnos; odio para hacernos gritar y odio para hacernos enmudecer; odio como medio y odio como fin. Pocas armas hay tan poderosas como el odio porque un discurso basado en el odio es un discurso ante el que es tremendamente fácil emocionarse y en el que es tremendamente fácil encontrarse, pues afortunado aquel cuya mochila aún no guarda un momento en el que algo, o alguien, le hizo daño, y esto lo saben los populismos y no tienen reparo alguno en explotarlo con toda la intensidad que le permitan las circunstancias. Y esta semana, nuestro Congreso ha sido escenario de una gran actuación populista: la utilización de un recurso constitucional destinado a permitir que se le plantee a este pueblo un nuevo proyecto político, ante el fracaso del existente, para agrandar esas grietas por las que los movimientos populistas entran en los sistemas. Porque eso ha sido la moción de censura que ha hecho perder a este país un tiempo que no tiene, eso ha sido la moción de censura planteada sin proyecto alguno para esta sociedad, y a sabiendas de que nunca tendría opción de prosperar, a la que acabamos de asistir: un egoísta mitin de VOX destinado a aumentar la tensión social y la polarización que necesitan sus argumentos y formas combativas y a superar a su rival directo en las urnas, el PP. "Yo tengo mi buena cantidad de defectos, soy pasional, pero en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio porque aprendí una dura lección que me enseñó la vida… que el odio termina estupidizando porque nos hace perder objetividad frente a las cosas. El odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio destruye. Y una cosa es la pasión y otra cosa el cultivo del odio. He pasado de todo en la vida. He estado seis meses atado con alambres con las manos en la espalda. Irme del cuerpo por no poder aguantar en un camión por estar dos días o tres encerrado. Estar dos años sin que me lleven a bañarme, y tener que bañarme con una taza de agua y un pañuelo. He pasado de todo. Pero no le tengo odio a nadie. Y les quiero transmitir a los jóvenes que hay que darle gracias a la vida, porque triunfar en la vida no es ganar sino levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae. Muchas gracias" (Discurso de despedida del Senado de José Mujica. 20/10/2020)

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