En este primer día del decaimiento del Estado de Alarma, el "toque de queda", cuándo se darán cuenta los cargos públicos electos y sus allegados de libre designación, que una gran parte de españoles no queremos guerra civilismo, queremos paz y libertad, y que se dediquen en cuerpo y alma a la gobernanza y la gestión pública, sin servidumbres, ni servilismos, comunicando a los ciudadanos con corrección lingüística y educación cívica sus ideas, pensamientos, obras u omisiones y no con insultos, crispación y mentiras compulsivas, buscando con irascibilidad dividir a la sociedad civil a pie de calle, que lo único que desea es un mínimo de bienestar social para sobrevivir en tiempos de elevadas tribulaciones de toda índole.

La semana pasada ha sido de órdago con una percepción mediática con elevados decibelios para tensionar los "fusibles" emocionales de las gentes, creyendo que de esta forma tan intoxicada dialécticamente y sin valores éticos en sus comportamientos y conductas van a obtener mayor rédito electoral. La respuesta en las urnas no ha podido ser más clarificadora para que por real decreto ley cierren a cal y cantos el Centro de Investigaciones Sociológicas y demás centros directivos burocráticos innecesarios, que no aportan un ápice de praxis profesional a los intereses generales de España.

¡Craso error estratégico y de marketing! Lo único que consiguen esta irresponsable clase dirigente es desesperar a los electores ante la falta de consenso en políticas socio-económicas, que nos saquen de esta apocalíptica incertidumbre e inseguridad personal y profesional con menos impuestos, tasas y contribuciones especiales y, por ende, menor presión fiscal, que permitan junto al ahorro, la inversión y el consumo, y lo más importante, la creación de empleo con salarios dignos en el ámbito privado para reducir la deuda pública y el déficit en las cuentas públicas.

Lo acontecido en el primaveral Madrid de la Pascua florida es un ejemplo notorio de lo que desean esa gran parte mayoritaria de los españoles, que han decidido la opción de tener un gobierno regional que esté más preocupado en solucionar los problemas y las demandas cada vez mayores de las personas y de las empresas, que en un desgobierno pactista cuyo único objetivo es mantenerse en el poder, restringiendo cada vez más los sentires constitucionalistas y la impronta democrática que deben de impregnar toda acción política en el conjunto del territorio nacional. Paz y Bien.