Opinión

Carmen / Rubio / Soler

Malos tiempos para un Palacio

Cuando decimos aquí que algo o alguien "es de Almanzora" casi siempre tenemos que oír la coletilla "¿de Cuevas de Almanzora?", pero no, existe Almanzora, una pedanía de Cantoria, cercana también a Albox, que debe su nombre al río y que es el lugar que eligieron los antiguos Marqueses de los Vélez, en el siglo XVII, por su privilegiado emplazamiento, para ubicar uno de los centros sociales y administrativos cuando aquellos dividieron en tres el Marquesado. Comenzó siendo un edificio de servicio, con graneros, almazara y vivienda, cuya parte principal fue casa solariega de los marqueses. No fue hasta el siglo XIX, con el primer Marqués de Almanzora, que se convirtió en Palacio, tras ampliar el antiguo edificio, añadir dependencias como la capilla y darle un aire neoclásico.

Con la llegada del siglo XX y el fin de la industria minera en la zona, el Palacio pasó a manos privadas. La capilla fue convertida en la Iglesia del pueblo, su patio en escenario de la vida social de los vecinos y, desde hace unos años, en su lucha por la recuperación del edificio. Cada Día de Andalucía es lugar de encuentro reivindicativo de las familias que se reúnen allí para festejar con unas migas tradicionales. Hasta aquí todo parece bien, pero no es así en realidad. Llevo unos años no faltando a esas migas, y aunque al principio ya lo oíamos, en las últimas convocatorias los sustos y voces de aviso a los niños para que no se metan donde no deben se han multiplicado y alarmado su tono. Lo que hace unos años estaba declarado en media ruina, ya es ruina total, y lo que era ruina total ya son derribos. Sólo una zona, privada y que permanece cerrada, creo, por lo que dicen, está en mejor estado.

La situación legal del Palacio es de Monumento Histórico Artístico desde el 22 de Junio de 1982, y desde el 1995 está en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Esto supone una responsabilidad importante para propietarios y Administraciones, tanto locales como regionales.

Hace un rato me he dado una vuelta por allí, de nuevo, con Martín, y me ha explicado, me ha contado cosas. Dónde han estado en varias ocasiones las escuelas, dónde había una importante almazara, los graneros. Me ha hablado del Palacio como el edificio alma del pueblo, hasta la Iglesia, por la que como él dice "todos pasamos antes o después". Dos mil metros cuadrados de construcción y a nadie se le ocurre qué hacer con ellos, o sí, pero me refiero a hacer para la comunidad, no un beneficio personal.

Hace unos cinco años se propuso un concurso de ideas para implantar posibles utilidades en el Palacio, se pedía que tuvieran una práctica multimunicipal y respondiera a la demanda social, cultural y administrativa de la comarca del Almanzora. Hoy, al leer ciertos artículos en la prensa, parece que las mejores ideas las están teniendo ahora los responsables que han vuelto a trabajar sobre el tema. Tanto propietarios como Administraciones parece que son las salvadoras de la situación. Yo lo interpreto como que son los responsables de la situación, a los que debemos pedir cuentas todos nosotros ya que se trata de nuestra historia. Debería ser una vergüenza para todos nosotros, todos los almerienses, permitir que nuestro patrimonio esté en esta situación. Sabemos quiénes son los responsables, no pueden omitir sus obligaciones. Pero todos debemos recordárselas, deberíamos tener el valor de exigir el derecho a contar con los espacios de nuestra historia, en buen estado, para un uso común.

Almanzora es un pueblecito casi desconocido de nuestra provincia que merece no tener una ruina de dos mil metros cuadrados en forma de palacio neoclásico, cuando hoy tiene otras muchas necesidades. Acostumbrados como estamos a ver cómo se revalorizan los espacios históricos y rurales, no podemos sino presionar para que esta situación llegue a su fin y pronto podamos ver el corazón de la comarca con vida de nuevo.

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