Pobre Robert

Robert de Niro está en la ruina. Cazado por la pandemia donde más duele, los restaurantes y el cine

Leo en los papeles románticos que venden en los kioskos agonizantes: Robert de Niro está en la ruina. Cazado por la pandemia donde más duele, los restaurantes y el cine. Resulta que el señor de Niro, fuera ya de la grandeza de su límite, tiene una cadena de restaurantes que han tirado sus reservas de oro en el pozo del deseo de aguantar, craso y romántico error cuando cada día se van por el sumidero de la misma ciudad (todas las ciudades son la misma ciudad basurero atravesado por el taxista) cientos de miles de dólares. Del cine ya ni hablamos, y por si fuera poco con un divorcio de esos de cualquier número con seis cifras mensuales. No extraña que Robert se acerque cada vez más descendiendo por la misma escalera que subió (no leíste a Kafka y te asombrabas de lo fácil que era subir la escalera y es que realmente la estabas bajando), descendiendo hasta las mismas calles sucias que querías barrer, hasta ese cuchitril de miserias con olor a betún quemado, pero no quieres volver otra vez allí y te vas a meter en cualquier bodrio de película comercial que te dé pasta para ir tapando grietas, porque no quieres volver, no, jamás, a esa jaula de bambú metida en el agua para que un jodido chino (lituano decías en el doblaje español) te saque y te vuelva a dar una pistola con un tambor lleno de balas a excepción de un hueco o dos, yo tres, yo pongo tres, cuatro, cinco y te la tengas que poner en la cabeza una vez más o que tengas que subirte a un ring que confundes con tu casa, tu habitación, tu cama, tu mujer. Habrá que zambullirse en esas comedietas absurdas, comedias para el que le vea la gracia, claro, cobrando por anticipado antes de hacer el nuevo papel del arruinado que va de loft en loft, de chaletaco en chaletaco, huyendo de los acreedores, estafando a caseros, inventando nuevos timos, exprimiendo el nombre, hola soy Robert de Niro y quiero alquilar la mansión, cómo no, señor de Niro, si no se han enterado todavía de que andas sin blanca, sería el papel de tu vida, el de ocupa famoso y teatrero, que piensa que es amigo del gran Jerry Lewis y se planta en su chabolo con campo de golf pero esta vez se lo monta él en el chabolo del incauto o acepta un adelanto millonario por una película que luego nunca rueda o se hunde gordo y acabado haciendo un show al que apenas va ya gente, en blanco y negro, sin duda, al final, la mejor interpretación de toda su carrera.

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