Isabel Diaz Ayuso ha decidido convocar elecciones usando este reclamo: "Socialismo o libertad". Pues que poca historia recuerda. Porque si la cuestión es la libertad, resulta que el socialismo, en este país, fue libertad: libertad ideológica, de culto y religiosa, libertad de expresión, de creación, de cátedra y de información, libertad de residencia y de circulación, libertad de enseñanza y de creación de centros educativos y libertad de voto, de participación política, de sindicación y de empresa. Y lo fue porque el socialismo es uno de los padres de la norma que nos reconoce todas esas libertades, la Constitución Española. Y el socialismo, en este país, sigue siendo libertad: libertad para el desarrollo de la propia personalidad, abriendo camino para ello mediante la Ley 3/2007 que prevé la rectificación registral del sexo; libertad de divorcio, esa libertad que, en 1981, recibió los votos en contra de los sectores más conservadores de este país, aquellos que luego crearon el PP y la asumieron, sin problema alguno, cuando gobernaron bajo esas siglas; libertad de matrimonio entre personas del mismo sexo, gracias esa ley del Gobierno de Rodriguez Zapatero que el PP demonizó prometiendo derogarla cuando volvieran a gobernar y que, también en este caso, sigue con nosotros dos gobiernos de Mariano Rajoy de por medio y ha sido aprovechada por altos dirigentes del PP; y libertad para decidir cuando dejar de sufrir por un padecimiento grave, crónico e imposibilitante, cuando retirarnos a descansar, para la que el PSOE ha presentado una ley que, nuevamente, se enfrenta a los votos en contra del PP. Y que poco le importa la realidad la presidenta madrileña, pues sabe perfectamente que ni está trayendo la libertad a Madrid, ni convoca las elecciones para traerla. La realidad es mucho más terrenal y mucho menos inspiradora. Lo que la señora Ayuso está haciendo es tomar las medidas que estima oportunas para atender la obligación que alcanza a los gobiernos de hacer frente a esta excepcional crisis sanitaria, social y económica y, como ocurrirá con cuantas medidas se adopten, será el tiempo, los datos y quién corresponda, los que dirán si fueron, o no, acertadas, proporcionadas y adecuadas, y la señora Ayuso convoca elecciones para no perder el gobierno de la región de Madrid. En fin. Acabo con unas palabras de un insigne dirigente del PP, el señor Fraga Iribarne, dichas en otro momento excepcional de nuestra historia: "Merezcamos, en esta hora trascendente de España, el dictado de servidores leales del bien común, superadores de la tentación demagógica de pensar más en la próxima elección que, en la generación siguiente." (Legislatura Constituyente. Comisión de Asuntos Constitucionales y Libertades Públicas. Sesión nº 1, celebrada el 5 de mayo de 1978)