El gran museo y un disparate

La reciente apertura del Murec)en el antiguo Hospital de la Magdalena nos llena de alegría y satisfacción

La reciente apertura del Museo del Realismo Español Contemporáneo (Murec) en el antiguo Hospital de la Magdalena nos llena de alegría y satisfacción. Sin que sirva de precedente, que es sabido lo gruñones que somos los viejos. Además de lo que significa de elevación del nivel cultural de la ciudad. Además del enriquecimiento del centro histórico. Además de esas razones evidentes, es de destacar la colaboración público-privada que ha habido para que este proyecto sea una bella realidad. La gestión de la Diputación Provincial ha sido el motor principal: ha puesto el local, las obras y la gestión de los dineros gastados –propios y de otras administraciones-. Por parte del sector privado ha habido una colaboración ejemplar, desde las ideas hasta la aportación de obras de arte de primer nivel. Junto a Javier Aureliano y su equipo, es de justicia citar a Paco Cosentino y su mano derecha Santiago Alfonso; Andrés Ibáñez, Antonio López, entre otros. Un día de estos, cuando se serene la avalancha inaugural, vamos a ir a verlo con tranquilidad y tiempo. Esta actuación contrasta con la inexplicable y disparatada decisión de montar un invernadero que ocupará casi la mitad del edificio que sustituirá al de Correos. Con la inminente peatonalización del Paseo se agrava la cipotá: a ver por dónde van a pasar los camiones con los aperos de labranza, los plásticos, hierros y demás infraestructuras; y los vehículos de trabajadores, técnicos, comerciales…necesitarán aparcar. Y para acabar de dinamizar (dinamitar sería más exacto) el centro de la ciudad, a las tres de la tarde se cerrará el quiosco, como todo centro oficial, y quedará el Paseo tan desierto como ahora. O tal vez más. El autor/a de la idea se merece como mínimo la medalla de plástico sostenible al mérito a la desertización. Y la verdad es que sorprende la contumacia en mantener este proyecto del que no hay nadie que esté a favor salvo los propios autores. El edificio podría ser un contenedor cultural abierto a tantas iniciativas como ya, por suerte, hay en Almería: cine, teatro, exposiciones, conciertos, talleres de diseño…por cierto, la Escuela de Arte se está quedando sin espacio, necesita ampliarlo y no se puede “echarle un pisillo” al claustro. Y además ¿para qué leches tenemos el PITA? Claro que el nombrecico que le van a poner al nuevo engendro es esplendente: Smart Green Cube “Agridomo”. ¡La Virgen!

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