La separación termina en rotura

Quizá alguien quiere que vuelvan a sus casas Radicalizarse y seguir poniendo distancia con el contrario parece dar mejores réditos político

Esta semana nos ha dejado unas cuantas medidas destinadas a aminorar el impacto que, en los mercados y en la economía, pueda llegar a tener la crisis del Covid-19. Así, Italia ha anunciado ayudas a sus empresas por un montante total de 3.600 millones de euros y, con afirmaciones como "nuestra acción representa lo que creemos que es mejor para nosotros" y "los fundamentos de la economía estadounidense siguen siendo fuertes. Sin embargo, el coronavirus plantea riesgos en la evolución de la actividad económica", la Fed anunció su bajada de tipos de interés y, con frases como "el coronavirus ha nublado las perspectivas a corto plazo para la economía global" y "es demasiado pronto para decir cuán persistentes serán los efectos del coronavirus y en qué punto la economía global se recuperará", el Banco Central australiano comunicaba la suya.

Y mientras, lo que ya se califica de nuevo "cisne negro", sobrevuela el mundo y un miedo real y la posibilidad de un nuevo colapso de la economía mundial desafían a los gobiernos e instituciones financieras, España se dirige hacia la nueva prórroga de unos presupuestos pensados para el año 2018.Y se dirige a ello porque es tal ya el nivel de polarización en el que se mueve nuestra vida pública, en el que se mueve España, que hemos llegado a un punto en el que radicalizarse y seguir poniendo distancia con el contrario parece dar mejores réditos políticos que actuar demostrando que, ante los asuntos de Estado cardinales, el distanciamiento siempre será mínimo y, tengámoslo claro, los partidos políticos van a estar donde estén los votos. De manera que, si esta tendencia no cambia, si los partidos políticos no dejan de tensar la cuerda y distanciarse y los ciudadanos seguimos tolerando la improductiva confrontación, tener un gobierno estable en el multipartidismo imperante, hablemos del bloque que hablemos, y progresar serán misiones imposibles para este país. ¿O es que un Gobierno que no encuentra apoyo para aprobar unos presupuestos puede hacer otra cosa que acabar convocando elecciones? ¿Y acaso tener que convocar elecciones por un irreductible bloqueo del contrario no acaba separando más a las posturas, los bloques y los votantes? Y, por supuesto, que un partido político tiene derecho a imponer condiciones para apoyar lo que viene de otros, a no dar cheques en blanco al gobierno de turno, pero ocurre que ese derecho se ejerce con lealtad a los ciudadanos si la condición impuesta es más importante para la estabilidad y la gobernabilidad del país que lo que se condiciona y si el veto a una medida o a una estrategia viene acompañado de propuestas de otras estrategias o medidas.

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