La utilidad del voto

La política marca el asimétrico y epiléptico eje vertebral del día a día en la sociedad española

Estimados lectores, rociero lunes de Pentecostés, la política marca el asimétrico y epiléptico eje vertebral del día a día en la sociedad española con los llamados "pactos" políticos para la gestión y la gobernancia en diferentes ámbitos territoriales del Estado español.

Estos momentos de tribulaciones, con reuniones informales con la aureola de secretismo, es cuando te das cuenta de la utilidad del voto, sí el mismo ha servido, sin perder la virginidad originaria a la que hacen gala con énfasis en mítines y actos de afirmación nacional para la regeneración del sistema, no solo a nivel de corrupción, sino también a nivel ideológico.

Claro que hay que garantizar la gobernabilidad, pero no a cambio de dejar en la estacada al electorado votante, descafeinando el programa electoral, que para ello hubiese votado en conciencia a otra opción más pragmática. Todos deben de abajarse en sus fatuas actitudes para no olvidarse que el objetivo prioritario es España, no las siglas de un partido ni ilustres apellidos.

Cualquier opción política con suficiente mayoría para gobernar y no lo haga, dejará en "aguas de borrajas" el objetivo de implementar sus propuestas, renunciando a sus principios, huyendo del sentir de consolidarse como una alternativa creíble de ir regenerando el tejido político; y en la sociedad civil, el ir recuperando derechos y libertades gravemente amenazados e incluso conculcados por el establishment político y mediático en contra de la familia, la vida y la unidad de España.

En la utilidad del voto sí existe una línea negra y roja, que suele ser y de hecho está sucediendo, el preludio de renuncias básicas importantes de las ideas programáticas, dando lugar a la desmotivación de los votantes que tanta ilusión habían depositado para que no se ninguneara la defensa de la familia y la educación de los hijos, de la vida, de nuestras libertades constitucionales y de España.

En fin, no olvidéis que sí no se hace valer la moral fuerza política que se tiene al alcance, el riesgo de decepcionar a los ciudadanos que esperaban una nueva forma de hacer política se producirá, no solo a nivel de electorado, sino desde el propio interior de las formaciones políticas, en las cuales surgirán incómodas diferencias por no defender los principios y valores que les dieron los votantes pensando que en estaEspaña, desde la prestancia y el saber estar, otra política era posible.

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