Tribuna

Julio C. Tello Marquina

Sobre la inteligencia artificial (1)

Saltaron señales de alarma sobre todo para la implantación del Chat GPT, una herramienta de la IA capaz de competir con los humanos en un número creciente de tarea

Sobre la inteligencia artificial (1)

Sobre la inteligencia artificial (1)

Empezaré por esbozar un breve inventario sobre las últimas ‘revoluciones’ industriales. En el año 2006 el Parlamento Europeo acuñó el término Tercera Revolución Industrial. Una década después, el fundador del Foro Económico Mundial acuñaba el término Industria 4.0, recogiendo así una serie de avances tecnológicos como la robótica, inteligencia artificial (IA), nanotecnología, impresión 3D, vehículos autónomos, etc. No se han cumplido dos años desde que se empezó a hablar de la Industria 5.0, poniendo el énfasis en el uso de la IA y la colaboración entre máquinas y humanos para ser más eficientes y productivos.

Pero saltaron señales de alarma sobre todo para la implantación del Chat GPT, una herramienta de la IA capaz de competir con los humanos en un número creciente de tareas y que pueden utilizarse tanto para destruir empleo como para crear y difundir informaciones falsas de aspecto tan real que resultan imposibles de diferenciar de las auténticas. Un millar de empresarios, entre ellos Elon Musk (uno de los creadores del Chat GPT) advirtieron que ‘es necesario saber que la IA avanzada puede presentar un cambio profundo en la historia de la vida en la Tierra y debería ser planificada, gestionada y reglada con exquisito cuidado’.

Tras esta breve revisión de la prensa económica plantearemos algunas reflexiones sobre la IA. Konrad Lorenz manifestó: ‘Las ciencias son hoy objeto de un cierto menosprecio debido a una actitud, casi convertida en artículo de fe, consistente en negar la percepción como fuente de conocimiento científico’. Mi experiencia, trabajando con plantas y los microorganismos que las enferman, me ha permitido comprobar que la observación anterior tiene carácter permanente.

Michael Ignatieff, presidente del consejo asesor del instituto para la ética en la IA de la Universidad de Oxford (Reino Unido), plantea la siguiente reflexión: ‘¿Deberíamos tener los seres humanos el recurso de apelación contra los juicios emitidos por una máquina?’ Ejemplo 1. Los radares de tráfico. Si un automóvil excede el límite de velocidad, siendo por ello merecedor de una sanción, puede deberse a que transporta a una mujer que está de parto. Sería injusto que no hubiese un humano que no escuchase la justificación para anular la multa. Ejemplo 2. Los diagnósticos médicos utilizan algoritmos para interpretar imágenes en las tomografías de pulmones y pechos para detectar “áreas problemáticas” Se sabe que los algoritmos se han construido a partir de recopilación sistemática de macrodatos sobre la incidencia de cáncer de pulmón, y puede detectar zonas problemáticas en una imagen escaneada que se le ha escapado al médico. Sin embargo, en la actualidad los algoritmos proporcionan mayores tasas de falsos positivos que las obtenidas por el especialista humano. ¿Será la IA capaz de sustituir a un especialista humano que proporciona al paciente su derecho a ser tratado como humano? ¿O, en el caso de que algo vaya mal, ejercer el derecho a pedir cuentas? Cuando ocurra que las máquinas lo hagan mejor, ¿cómo reaccionaremos?

Ejemplo 3. La publicación de estudios que han evidenciado cómo las decisiones de los jueces de EE.UU están modificadas por influencias raciales, sociales y de género. Cabe esperar que las máquinas con sus algoritmos ‘dicten’ sentencias similares para casos similares, pero si se considera que la justicia puede templar la coherencia con la misericordia en adaptar las reglas a las circunstancias, no es impropio preferir a un juez humano. Parece que existen motivos fundados para suponer que las máquinas, por mucha competencia que acumulen, nunca entenderán aquello que nos hace humanos.

Frente a la ponderación que amplía nuestra esperanza, existen opiniones muy variadas. El profesor de Economía Nouriel Roubini (Universidad de Nueva York) afirmaba recientemente: ‘La inteligencia artificial nos va a sustituir a todos. Cualquier cosa que usted haga, una máquina lo hará mejor’. Natalia Díaz (UGR) aporta matices importantes: ‘Habrá que educar a la persona con espíritu crítico y que no dé por bueno todo lo que la máquina dice, pues los algoritmos tienen sesgos, cometen errores, fabulan, mienten…’ Y añade: ‘que el sistema esté libre de sesgos dependerá de los datos con los cuales se alimenta y de que siempre haya humanos que lo verifiquen’. M. Coeckelberg (Universidad de Viena), escribió: ‘La IA es mágica porque nos sorprende, hace cosas que no esperamos. Introducimos algo pero no podemos predecir el resultado. Nos sorprende por parecernos tan humana cuando crea hermosas imágenes o textos poéticos’.

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