Son huidas. Eclipses de miedo que nos hace complicado aquello que venía implantado de serie

Ahora podrán tomar los roscos con chocolate caliente mientras sonríen pensando: “hemos tenido que llegar hasta aquí para compartir un rato”

¿Qué has aprendido demasiado tarde en esta vida le iba preguntando sin levantar la barbilla del rastro del dibujo de su sombra bordeando el asfalto

El ventolín hizo algo de efecto y dejamos de escuchar el ruido atroz de los pulmones atrofiados

El olor es lo último que se olvida. Acaso nunca se aleja, se queda impregnado y cuando crees que ya no lo recuerdas

Mi comisura le dio el sí y mis ojos vergonzosos evitaron la mirada tan rápido como los latidos que bombeaban debajo del escote

Hay veces donde las palabras sobran y habla el silencio. Emocionada, le asentí con la cabeza

Por aquél entonces no había locales de apuestas, hasta los críos pedían cinco duros para ver si conseguían hacer “tres en línea”

Han pasado tantos desde aquellas salchichas de la Beethoven que ahora a la nueva juventud eso les suena a música clásica

“Se agotaron los tonos sin descolgar. Insistió. La reincidencia siempre evidencia importancia”

Quien la vende al demonio es capaz de deshacerse de cualquier cosa. No hay escrúpulos

Determinadas acciones u omisiones debería de ser castigadas como delito aún sin estar contempladas en el Código Penal

El ego es difícil de gestionar y a todos nos gusta enfundarnos la sotana roja de cardenal antes que en el hábito de misionero

En apenas ciento cuarenta centímetros se encierran los valores más puros y humanos que un ser de su edad puede contener