Hoy toca tirar de autobiografía. Juzguen ustedes si hay algún lugar común, algún pensamiento compartido, o por el contrario, la memoria me juega malas pasadas.

Fui un niño de EGB de los supuestamente «dorados» años 80. Esos años en que algunos afirman que terminábamos con un doctorado en física y otro en filosofía cuando te daban el graduado escolar. Esos años en que no había miedo sino respeto, donde había auténtico amor al saber…

Me voy a referir estrictamente a 7º y 8º de EGB. Recuerdo, por aquel entonces, tardes interminables de merienda y juego. Recuerdo que había un mismo profe que me daba matemáticas y ciencias naturales, otro que impartía ciencias sociales, otro lengua, otro inglés… Recuerdo que no todos los días tenía tarea, ni muchísimo menos, y cuando la tenía no tardaba más de 30 minutos en hacerla. Recuerdo que hacíamos poquísimos exámenes. Quizá uno al trimestre. Recuerdo que hacíamos trabajos libres, tan libres que si uno quería los hacía y si no, no pasaba nada (un concurso de redacción, leer la prensa el fin de semana y hacer un comentario…). Recuerdo que hacíamos una fiesta de carnaval enorme en la que se implicaba el colegio entero, y hacíamos bastantes excursiones. Recuerdo que un profesor que considerábamos súper exigente nos encargó hacer un trabajo que consistía en memorizar un texto en inglés de unos 5 minutos (no más). Ese fue el trabajo más difícil que hice en toda la EGB. Con los años supe que aquellos profes no eran licenciados (o graduados) en matemáticas, en biología o en historia. Eran maestros. Para decir toda la verdad, he de confesar que tenía muchas tardes ocupadas con actividades que yo mismo elegí y me encantaban: principalmente el conservatorio y por épocas inglés, mecanografía o informática. Nunca jamás mi familia me impuso una extraescolar.

Para contextualizar (ayuda para millennials): 7º y 8º de EGB equivalen exactamente a los niveles actuales de 1º y 2º de ESO. Comparemos por un instante la carga de trabajo de cualquier chico o chica de estas edades en la actualidad, con la de hace 40 ó 50 años.

¿Quizá tendamos a idealizar el pasado? ¿quizá nos estemos equivocando con la receta hispana de «si no quieres caldo, toma tres tazas»? ¿quizá no trabajábamos tanto como queremos aparentar? ¿tal vez no es tanta locura el trabajo por ámbitos? Quizá solo sea que, en lo referente al nivel académico, tenemos la memoria «desnivelada».

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios