El callejón del gato

Un triunfo con matices

La desaparición de los partidos de gobierno tradicionales, Partido Socialista y Republicanos, es preocupante

Como es sabido, en el sistema francés para elegir presidente de la Republica se precisan dos elecciones, una primera a la que se presentan todos los partidos legalmente reconocidos, y una segunda vuelta a la que se presentan los dos partidos que hayan obtenido el mayor número de votos. Ya en las elecciones de 1917 los dos partidos que habían estructurado la vida política de la V República, el Partido Socialista y Los Republicanos, sufrieron un descalabro en la primera vuelta, y en la segunda compitieron Emmanuel Macron y Marine Le Pen. En las elecciones del domingo los hechos se repiten, pero con algunas variantes. La caída de Republicanos y Socialistas se agrava y prácticamente desaparecen de la escena política en la primera vuelta. Y en la segunda vuelta, Mientras que Emmanuel Macron obtiene menor porcentaje de votos (58,54% cuando en 2017 obtuvo un 66%), Marine Le Pen los incrementa (41,46% frente al 34% que consiguió en 2017). Con la desaparición de los partidos tradicionales de lo que se trataba era de elegir entre un candidato centrista o una candidata de extrema derecha. Pero era más lo que, no sólo los franceses, sino todos los demócratas y europeístas declarados nos jugábamos en las elecciones del país vecino. Francia es un soporte primordial para el mantenimiento de la Comunidad Europea desde sus orígenes como uno de los seis estados fundadores de la CEE en 1957 con el Tratado de Roma. Macron es un demócrata y europeísta convencido. Le Pen representa a una ultraderecha nacional populista, dispuesta a aniquilar la Unión Europea si algún día consigue la presidencia de Francia y ha declarado su intención, en caso de que ganase las elecciones, de impulsar una alianza militar con la Rusia de Vladimir Putin, cuando finalice la guerra en Ucrania. Una Francia gobernada por la ultraderecha y fuera de Europa sería un perjuicio para todos los ciudadanos de la comunidad que apostamos por su mantenimiento. Con el triunfo de Enmanuel Macron, cualquiera que sea nuestra posición política, los demócratas europeos que defendemos la unidad, se puede decir que hemos ganado las elecciones, aunque no hayamos votado. Ante el peligro de un triunfo de la ultraderecha el resultado ha sido un alivio, pero con matices. La desaparición de los partidos de gobierno tradicionales, Partido Socialista y Republicanos, es preocupante. Y el avance de la ultraderecha en Francia y demás países de Europa es peligroso.

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