Fugas de poder

Determinados hábitos suponen auténticos sumideros por donde se nos escapa gran cantidad de energía mental

Llegué a Arno Ilgner a través de un buen amigo y mejor persona, Francis Segura. La forma que Francis tiene de relacionarte con la Naturaleza tiene mucho que ver con la Vida en sí misma. Con él aprendes a ser paciente, a buscar el equilibrio, a tirar más de la cabeza que de la fuerza y a identificar tus errores para aprender de ellos sin machacarte. Es una suerte de monje shaolin pechinero.

Arno, pionero de la escalada en roca en los 70, le pone palabras a lo que Francis enseña con el corazón. Gracias a ellos traigo un resumen de lo que llaman las fugas de poder. Estos hábitos, que vamos a dividir en cuatro, suponen auténticos sumideros por donde se nos escapa gran cantidad de energía mental. Para poder tratar con un mínimo de desarrollo estos conceptos hoy veremos los dos primeros y en la próxima columna los dos siguientes.

Las primeras fugas de poder son los hábitos mentales inútiles, es decir cosas que hacemos automáticamente sin que seamos conscientes de ello. Algunos escaladores invierten una gran cantidad de tiempo en lamentarse de la dificultad de la vía que van a enfrentar. Este hábito inconsciente, lejos de ayudar, resta capacidad para escalar con tranquilidad. La queja es un hábito mental muy frecuente en nuestra cotidianeidad. Así, cada vez que acontece algo inesperado o más laborioso de lo habitual, responderemos con la queja malgastando recursos energéticos. ¿No les ha pasado?

La segunda fuga de poder, en estrecha relación con los hábitos, es el diálogo interior. Es común que, en nuestra cabeza, desarrollemos una auténtica conversación con nosotros mismos en la que nuestra parte más negativa abate con predicciones catastróficas a un yo cada vez más débil. Cuántas veces no se nos ha espantado el sueño tratando de tomar la mejor decisión. Llega un momento en que, lejos de una meditación razonable, acabamos sufriendo esta fuga de energía. Por otro lado es también frecuente que el diálogo interior acabe fosilizando un comportamiento reciente convirtiéndolo en una característica permanente de tu yo. No es lo mismo plantearse "hoy he escalado mal" u "hoy no me ha salido bien el trabajo" que "soy un desastre en lo que hago".

Dejaremos para la próxima columna, si les parece bien, como reaccionar con emotividad y rigidez ante un suceso indeseado o basar un comportamiento en la esperanza y el anhelo se convierten también en un desperdicio enorme de poder.

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