En estos tiempos líquidos (en el lenguaje de Baumann), que yo prefiero llamar gaseosos (precisamente por las cualidades que se quieren expresar de nuestras sociedades modernas), no estamos libres de que cualquier empoderado nos endilgue soflamas que sólo revelan el alto grado de dictado al que una sociedad bien entrenada -entiéndase muy bien lo que sigue- está dispuesta a aceptar sin ningún tipo de reparo. La pérdida de derechos sociales siempre vendrá precedida de un buen trabajo de liderazgo de unos necios encumbrados y el silenciamiento de las voces autorizadas mediante su descrédito.

Estos días ha vuelto a escucharse al oráculo de la FIFA: después de la extraordinaria venta que se hizo de una Copa Mundial en un país donde los derechos sociales no existen, cuando se nos decía que esto supondría una apertura al mundo occidental desde esos territorios, ahora (para cerrar caja, y una vez que Messi ha levantado el trofeo que nos alumbrará el horizonte en los cuatro próximos años) proclama que hemos de dejar que cada país, con sus culturas y tradiciones siga el rumbo que se haya marcado desde su autonomía. Es evidente que ese señor, que se siente gay entre una declaración y otra, mientras cobra más de millón y medio de euros al año, tiene una tribuna excelente: consigue que todos durmamos el sueño de los justos mientras ejecutan penas máximas en la final del domingo, o Amir Nasr-Azadani sea ejecutado mediante la máxima pena en estos días (porque pidió libertad de expresión para sus mujeres compatriotas) en Irán. Pues nada, hagamos caso de las grandes voces autorizadas de nuestras modernas sociedades, y luego extrañémonos de los desmanes que nos rodean ante nuestra pasividad. Porque, aunque es de radical importancia, no sabemos distinguir entre penalti y pena de muerte.Al menos, por estos lares, tenemos un motivo muy elevado de satisfacción: en estos días hemos podido ver cómo la pluralidad en nuestras tierras sólo puede contribuir a la mayor felicidad de quienes las pisamos: ningún altercado triste ha tenido que señalarse tras las celebraciones por los éxitos del equipo marroquí. Sí, los pusilánimes vendréis con un "pero mira en Europa…"; sí, pero aquí, que no los hemos tenido, es imprescindible señalar ese logro social: es posible la convivencia desde el respeto de las alegrías del otro. No podemos más que descubrir que algo bueno hay ahí: no lo desaprovechemos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios